jueves, 27 de enero de 2011

Ella es el viento...es todo. (Dedicado a mi madre)


  • Escrito en Febrero 23, 2009.

 Quisiera presentarles la figura de mi madre. De antemano pedirles perdón porque es un tema muy personal y doloroso; su  muerte  fue algo que me costó muchos años superar, pero ahora puedo hablar de ello tranquila aunque inevitablemente se me caiga alguna lágrima en el proceso.

Mi madre se llamaba Mireya, falleció ya hace aproximadamente quince años, murió joven aquejada de una metástasis que abarcaba todo su cuerpo. El cáncer se le presentó muy joven, no más tenía 38 años y justamente a esa altura de la vida esperaba a mi hermana pequeña y quizás por lo mismo, se aferró a la vida como pudo y luchó continuamente para poder gozar esa maternidad tardía, que fue una sorpresa en su vida, un regalo que pudo disfrutar hasta sus casi dieciocho años.
 
A pesar de su enfermedad y de los horrorosos tratamientos que tenía que hacer, ella nunca perdía su inagotable sonrisa, su pensamiento positivo y optimista, disfrutaba de cada instante, hacía cursos de pintura, de cocina y cada Domingo nos agasajaba a todos los hijos y nietos con sus manjares exquisitos. Velaba incansable por todos nosotros, sus hijos eramos su tesoro más preciado, estaba siempre al tanto de nuestras vidas, nos aconsejaba y nos mimaba siempre como si fuéramos críos.
 
Tenía mi madre un humor increíble, cuando quedó calva por los tratamientos, lejos de sentirse mal, lo primero que hizo fue ir a una tienda especializada y comprarse tres pelucas, así un día salía de pelirroja, al otro de castaña y terminaba la semana de morena muerta de la risa. Contaba con gran jocosidad que un día que salió de compras con su peluca de turno, la sorprendió un viento de los "mil demonios" y la peluca salió volando por la acera dando tumbos y ella sin vergüenza alguna, corría detrás de ella para alcanzarla como cuando a los niños se le escapa un globo.
 
En sus últimos meses de vida, recibía tratamiento alternativo en casa, yo solía estar con ella en esos momentos, verla sufrir más por los tratamientos que por la propia enfermedad me producía arcadas, tenía que escaparme al baño a vomitar mientras pensaba llorosa...¿cómo puede soportarlo?
 
Tenía ella su idea de la existencia, pensaba que éramos espíritus ocupando cuerpos hasta lograr ciertas metas, que nuestra vida era subir peldaños, que cuando el cuerpo moría, el espíritu pasaba a otra fase y si quedaban metas pendientes volvía en otra vida, en otro cuerpo cerca siempre de los seres amados para continuar su crecimiento, para seguir escalando aquellas gradas que llevarían el espíritu a un estado superior. Conversamos muchas veces de ello y siempre me decía: "cuando me muera, no me lloren, porque si lo hacen harán más difícil el irme".
 
El 20 de Abril de 1994 la tuvieron que internar, el médico le hizo una serie de pruebas y cuando salió de la habitación nos dijo que no había nada más que hacer, que sería cosa de horas o un par de días cuando mucho, que no había cura posible. La verdad es que esas palabras me derrumbaron, sabía que estaba muy enferma, habíamos hablado de muerte tantas veces, pero aunque quieras prepararte...jamás lo estás.
 
No se como llegué aquella noche a mi casa, manejaba el coche bañada en llanto. Como pude acosté a mi hijo el mayor que para entonces sólo tenía 5 años, me tomé algo para tranquilizarme e intenté dormir para poder salir temprano a la clínica, pero en la noche sucedió algo, mientras pretendía dormir entre sollozos sentí claramente la voz de mi madre cantarle una canción de cuna a mi hijo y decirle como siempre lo hacía: "que duermas con los angelitos y con la abueli al ladito", pensé claramente que mi madre había fallecido y que su bello espíritu nos hacía una visita antes de marcharse y rompí en llanto hasta que sentí el calor de su mano en la mía y me dijo que no llorara que me acordara de lo que me había dicho. No podía, sentía que le fallaba al no poder dejar de llorar, pero era imposible, el dolor era demasiado grande.
Por la mañana muy temprano me fui a la clínica y fue tan grande mi sorpresa al verla sentada en su cama, con mejor cara, que no lo podía creer. La abracé, la besé, le acaricié las manos y a los pocos segundos comenzó a toser, no podía parar así que llamamos al médico, nos hizo salir y cuando volvió de la habitación nos dijo que mi madre había fallecido, mi alma se me partió en pedazos y sólo atiné a abrazarme a mi hermano con el cual compartí ese momento de profundo dolor.
 
Por años, cada Domingo, visitaba su tumba, le dejaba flores y me quedaba sentada al lado de su lápida contándole sin hablar todo lo que me había pasado en la semana, por años cada 11 de Marzo, que era su cumpleaños, acudía ahí y le dejaba una tarjeta escrita y para Navidades compraba un pinito pequeño y se lo llevaba.  

Tuvieron que pasar cerca de cinco años tras su muerte para que yo asumiera que ella estaba en todo lo que me rodeaba. Ahora puedo decir que mi madre es el aire que respiro,  la flor que abre su capullo,  el trino de los pájaros y la nube colorida del atardecer. Ella es el viento que desordena mis cabellos, el rayo de sol que me calienta y la lluvia que baña los campos, ella está en todo cuanto observo y toco, ella está en mis hijos y en mi misma y cómo no, también en estas palabras que hoy escribo. 


12 comentarios:

  1. Karyn ¡¡q lindas palabras!! me acuerdo q tu mamá era muy buenamoza y simpática y no sabía q había muerto, yo afortunadamente tengo la mia viva y la aprovecho con toda mi alma, pero el ejemplo de tu mamá nos sirve a todos, te mando un abrazo grande!!pamela a.

    ResponderEliminar
  2. Mil gracias Pamela por tu comentario. La verdad es que lucho muchos años contra la enfermedad, lamentablemente llegó el momento que la venció.
    Tú que la tienes, que sé lo bella mujer que es tu madre...cuídala, quiérela, mímala... cuando se van se quedan en todo lo que nos rodea, pero te dejan al comienzo un vacío tan grande en tu interior que crees que jamás lo podrás llenar.
    Besos amiga

    ResponderEliminar
  3. Que hermosos sentimientos hacia una madre.....
    Es lógico que no sientas que esta en todo lo que haces, con esa lección de vida que te enseño.
    Un beso y seguiré leyendo.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias Reyes por pasar a leerme y dejar tu comentario, es lindo saber que lo que uno escribe... llega.
    Besitos.

    ResponderEliminar
  5. HOLA KARYN,PERO EN TU CORAZON,TU MAMA ESTARA,Y CUANDO SE RECUERDA,AUN MAS,BESOS

    ResponderEliminar
  6. Emoción mucha emoción Karyn. En el aire está de seguro! para colocare tu cabello. De igualmanera pensamos todas las hijas, besos ¡¡amiga mía!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo me emocioné al escribirlo y me emociona cada vez que lo leo... ella late en mi amiga, gracias. Besitos.

      Eliminar
  7. Un hermoso relato a pesar de su triste contenido.
    Yo pienso que lo que decía tu madre sobre volver para reparar o terminar lo que no hemos aprendido, es cierto. También pienso así.
    De todos modos creo que cada vez que recordamos a los seres queridos que ya no están, es soplarles vida nuevamente.
    Un abrazo amiga y que disfrutes este día con tus hijos.
    Norma

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Norma por tu comentario, supongo que como dicen algunos... mientras se recuerden no mueren del todo, están vivos en uno y en los que nos siguen. Besos.

      Eliminar
  8. Sin palabras, me has emocionado muchísimo como hija y madre que soy. Solo decirte que, tu madre desde donde esté se sentirá orgullosa de ti y de todo ese amor que sientes por ella. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Luisa por empatizar con mis letras. Sinceramente espero que mi madre lo sienta así, besos.

      Eliminar

Gracias por dejarme tu opinión... besos.