domingo, 4 de diciembre de 2011

"A IZAN" de Teo Revilla Bravo

Ízan, obra deTeo Revilla Bravo basado en una de mis fotografías.

A ÍZAN.


                       I.

Qué diablo virulento frenó la lozanía
de tu cuerpo, los bellos destellos
de tus labios, las alondras volátiles
de tu rostro de niño festivo y feliz.
Qué diablo trancó puertas y ventanas
a los juegos hermosos, a los impulsos,
expresivos, a las risas, al suspiro
inocente, bloqueó sentidos e instaló
fuertes inquietudes y dolencias.
Desasosiegos que han surgido de súbito
como anómalas cataratas de colosales
despropósitos dislocadas como excesivos
cataclismos naturales, situándonos
al borde comprometido e incierto
de un tenebroso abismo a evitar...

Quiero regalarle en esta intranquila
tarde otoñal, una música especial
repleta de prodigiosos paisajes
a tus ojos que crecen y crecen
y se abren, germinando semillas,
sembrando y expandiendo flores,
regalando sonrisas, lanzando
relámpagos portentosos, ampliando
espacios, proyectando esparcimientos,
acumulando sueños y más sueños,
en destemplado e incomprensible trance.

Música desprendida de los bordes
de una lágrima, tu lágrima, mi lágrima,
nuestra familiar y silenciosa lágrima
que resbala como magnetismo febril.
Inquietud imprecisa que se descuelga
directamente de los anchos cielos
para caer al fondo sublime de la tierra;
esa tierra que te florece y te crece,
jardín de donde emergerás seguro,
bello, saneado, radiante y activo,
para la unión con la luz que irradian
los soles cálidos de la templanza.


Amor niño, amor hijo,
amor ternura desbordada.
Joven ave herida gravitada  
de presagios, de febriles incógnitas
que han de transformarse,
con el inicio de los grandes vuelos,
en dones benefactores.

Música convertida en olas,
olas convertidas en nubes,
nubes rebosantes de humedad,
lluvias que forman manantiales
ríos, meandros, lagos, mares
transparentes de algazaras
que se abren y se esparcen
tras un misterio de irresueltas
travesías. Diminuta y ligera barca
que hoy navega enfrentada
a tormentas y ciclones desmedidos,
que han de dar paso a un tiempo
despejado luminoso y prometedor,
donde lucirás sentirás y crecerás
resueltamente feliz, rebasando
en plenitud toda una vida…

Objetivo: acariciar las estrellas… 




Otoño del 2011.
​Teo Revilla Bravo. 

sábado, 19 de noviembre de 2011

Todo pasará...


La poesía me va despejando el camino para construir con ella un futuro más grande, en él y en mis sueños sé que nada es imposible. Tienes una estrella guardada en un bolsillo y  aunque el frío intente quebrar la puerta de mi casa robándote los pasos de antaño, sé que volveré a  verte aletear cual golondrina mañanera. No temas si en un momento de fatiga derramo alguna lagrima por tu tierno corazón, quizá haya luz en ellas, quizá sean necesarias para que no se muera el mar de emociones que surcan en mi por verte nuevamente sonreír.    Hijo mío, cuélgate de mis alas; viaja conmigo por regiones etéreas; déjame llenarte de palabras puras; reinventemos la vida; proyectemos nuestros sueños; abrámonos paso a través de esta callada tempestad que a ratos nos devora. No dejes que  te roben las ilusiones; que no curven tu vida como si fuera un gran signo de interrogación…
Quiero para ti un reloj hecho de primaveras, en un bosque encantado donde puedas oír cantar al viento. Sé que no podré hacerte olvidar estas duras ráfagas otoñales que han removido nuestras vidas, pero quizá pueda susurrarte al  oído una nana para acallar tus temores y transformar esta brutal tormenta en un secreto esplendor, en la luz de un bello amanecer.

© Karyn Huberman. 2011

martes, 15 de noviembre de 2011

COLLAGE DE POESÍA. José Ángel Valente




COLLAGE JOSÉ ÁNGEL VALENTE
Versos escogidos de la “Antología poética de José Ángel Valente” Edición de 2009.

El viento del otoño barre los secretos,
reductos últimos del corazón,
ahí, todavía me miras con ternura
nacida sólo del recuerdo.
¿Quién seguirá por ti contigo?
La soledad se puebla de fantasmas de papel,
de páginas desnudas donde nada está escrito.
Sombrío cae el año hacia su muerte,
se desmorona el aire desde el aire
y las hojas arrastradas por el viento
apagan nuestros pasos…
Huellas rotas. Ala sin pájaro. Vuelo sin ala.
Ya los sueños no bastan para darle razón
de ser a todos los suspiros.
En la destilación amarga de lo nunca vivido;
en las grietas  del tiempo, me pregunto
qué queda de nosotros o si algo queda de nosotros.
No estoy. No estás.
No estamos. No estuvimos nunca.
Sobre un fondo de luz inviolable,
la lluvia parece recorrerme
para inventar de nuevo tu mirada
y tu irrealidad, hasta que se haga de noche…

© Karyn Huberman. 2011

jueves, 6 de octubre de 2011

Collage de poesía. JORGE GUILLEN.


Versos extraídos de la antología “Aire nuestro”. Edición 1977.

Emergiendo de brumas y de vahos
el tiempo se enriquece, se desgasta.
El balcón; los cristales; unos libros;
la mesa, penumbre de costumbre.
¿Dónde extraviarse, dónde?
Tal vez cantará el ruiseñor
en la cima del ansia;
su gorjeo esparcido
sonará a orilla de Abril,
toda el alma se iluminará
invocando las horas más cantadas;
todo en el aire será pájaro.
Respiro instante a instante.
Albor. El horizonte entreabre sus pestañas,
da forma a mi alma, invade el espíritu
a merced de un viento que embriaga
con frescura continua de rocío.
Un presentimiento de azul
se desliza, el mundo
vuelve a ser fábula irresistible.
Yo quiero sólo flotar, aparecer,
¡perderme, hacerme muchedumbre!

© Karyn Huberman 2011.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Excursión a la cueva del Cobre


Después de comer y descansar un rato prudente, la casa de Barruelo se revoluciona.  Los adultos preparamos la merienda para llevar mientras los niños, subían y bajaban las escaleras buscando sus chaquetas y zapatillas para la excursión.
Nos dirigimos en coche hacia Santa María de Redondo -pueblo de la Pernía-, en donde se encuentra el estacionamiento y punto de partida del recorrido para llegar a "la cueva del cobre". Cruzamos primero San Juan y luego Santa María, pueblos realmente hermosos, sus construcciones típicas de piedra y madera  van dejando pequeños pasos para ir avanzando mientras se perciben los campos ganaderos: vacas y caballos se ven pastar mientras un grupo de ovejas nos corta el camino por unos minutos buscando mejores pastos.


Llegamos al estacionamiento.  Ahí nos recibe un gran letrero que nos informa del recorrido.  Hay cinco kilómetros de distancia para llegar, así que nos animamos todos y comenzamos la travesía por el camino señalizado que va bordeando el río Pisuerga. Es agradable caminar por esos parajes de montaña sintiendo el río siempre cercano; el único inconveniente es que el sendero preparado está lleno de piedras y mi calzado no es el apropiado, tiene la suela muy delgada y siento en las plantas de los pies cada piedra, sin embargo, me animo porque el paisaje es bello y quiero llegar a conocer la cueva aunque sea la última de la fila de expedicionarios.  Mi pequeño Izan, que jamás había realizado una salida tan larga iba más entusiasmado que cualquiera de nosotros.  Recogió del camino un palo que le ayudaba a caminar e iba primero que nadie revisando el sendero como si él fuera el guía de la misma.  Lo dejé que disfrutara de la aventura, iba acompañado de mi cuñada, su marido y sus dos hijos. Teo en cambio iba conmigo, más bien tirando de mi.  Hay tramos del camino en que me faltaba el aire, curvas empinadas que me hacían pensar por momentos que no llegaría; los kilos demás me pasaban factura, además, no es válida la experiencia de tres horas dando vueltas por un centro comercial, definitivamente no. 
Teo insistía en animarme, me decía igual que a los niños, que falta poco, y yo le creía porque él ya había realizado esta excursión años antes. Después de una larga curva que probó todas mis fuerzas vimos un cruce de caminos con un pequeño letrero, ahí descansaban ya sobre unas piedras nuestros compañeros de travesía.  Me alegré por un momento, pensé que sería igual que en las carreras de bicicleta-la vuelta a España o el tour de Francia- y que en el letrero diría que nos faltaba el último kilómetro para llegar a la meta, pero NO.  Ahí nos avisaban que estábamos recién a la mitad del camino, nos quedaban aún dos kilómetros y medio para llegar. Pensé que no sería capaz, más aún cuando me mostraron las inmensas piedras bajo las cuales se encontraba la famosa cueva. Sobre ellas volaban seis a ochos águilas. Yo las miraba y deseaba tener su facilidad para surcar esas alturas pero desgraciadamente no era así y sabía que tenía que sacar fuerzas de algún sitio para seguir adelante.
Como si supieran los que hicieron el sendero la decepción que uno siente a esas alturas, el camino se abre hacia un bosque de robles centenarios que parecieran que te hablaran; ahí la magia toma lugar; la sombra te refresca y te olvidas del cansancio ante tanta belleza. La sensación es la de estar dentro de una de esas películas mágicas de Walt Disney en donde los árboles cobran vida, se mueven y te hablan.
Pasado el bosque, el paisaje cambia a más secano y pedregoso.  La familia que va más adelantada comenzó a dar voces diciendo que ya estábamos en la cueva, pero lo cierto es que lo que realmente había, era un letrero que avisaba de los últimos cien metros.  Sé que los metros son siempre los mismos, pero para mí que éstos fueron los cien metros más largos de mi vida hasta que por fin a lo lejos se podía divisar la cueva.
Un enorme orificio dentro de un macizo rocoso se abría ante nosotros y hasta para llegar a su entrada nos exigió el último esfuerzo escalando una zona pedregosa por cuyo costado pasaba la fresca agua del Pisuerga.
De lejos no parece una gran cueva, pero en la medida que te vas acercando te das cuenta de sus proporciones, éramos enanitos dentro de ella.  Su interior fresco y oscuro estaba siendo utilizado por cantidad de alondras para sus nidos, ahí entraban y salían con su vuelo rápido haciéndonos pensar al comienzo que se trataba de murciélagos.  Al costado izquierdo del interior de la cueva está la salida de agua que por muchos años se pensó era el nacimiento del río Pisuerga.  Fue años más tarde, en 1980, cuando gracias a la sequía y por ende, a la bajada del caudal del río, que se pudo explorar el sifón.  Esto dio por conclusión que el agua mana mucho más arriba en Cobarrés y que luego se vuelve subterráneo hasta volver a fluir en la cueva del cobre.
Hicimos algunas fotos del interior, aunque por la oscuridad hay muy pocas que salieron bien, quizás la más impresionante es ésta que les dejo de la entrada de la cueva desde dentro en donde se puede apreciar lo grande que es.  No llevamos equipamiento ni linternas como para haber realizado un pequeño recorrido por el curso del agua pero me imagino que eso sería una bella expedición para los amantes de la espeleología.
Tomamos un respiro, bebimos y comimos para recuperar fuerzas. Nos esperaba el regreso al coche, teníamos que llegar antes de que anocheciera. Se suponía que la vuelta sería más fácil, ya conocíamos el camino y además correspondía que fuera en bajada, pero nos encontramos con la sorpresa que nos ofrecían ir de regreso al estacionamiento por otro sector, conociendo nuevos paisajes y así lo hicimos.  Quizás la gran diferencia entre un sendero y otro es que el segundo iba prácticamente por las cimas o a su costado, las vistas eran espectaculares.
 Debo reconocer que hubo un tramo que me causó pánico.  Un sendero, de apenas unos 30 cms de ancho, de piedrecillas que se removían hacia el vacío y yo que sufro de vértigo, casi me doy media vuelta para volver por el otro camino, pero Teo insistió, me cogió de la mano y pasé casi corriendo y tratando de no mirar para evitar las malas sensaciones.  el resto fue caminar, caminar y caminar viendo como el sol iba bajando dejando hermosas imágenes.  
Cuando ya pensábamos que estábamos a punto de llegar al estacionamiento, nos encontramos con la desilusión de que nos cruzábamos justamente en el punto del camino en que nos avisan que aún faltan dos kilómetros y medio.   En ese momento no era yo solamente a la que se le vino el mundo encima, quedaba camino por delante y el sol bajaba lento pero lo hacía.  Teníamos que apurar el paso o nos quedaríamos sin luz.
Yo, como siempre iba al final, no solamente por el cansancio, también porque mis zapatillas murieron en ese trayecto; sus suelas se habían partido por la mitad y por ahí se entraban piedrecillas que me clavaban constantemente haciéndome daño.
Finalmente llegamos al estacionamiento, el recorrido que habíamos realizado sumaba trece kilómetros y medio y estábamos todos agotados.
El paseo fue hermoso pero para la próxima prometo bajar unos cuatro kilos, comprare zapatillas aptas para este tipo de excursión y así lograré disfrutar más del mismo sin quejarme tanto.
Ya me han dicho que para el próximo año me espera El Torreón... una aventura más corta pero más empinada y exigente...¡ya veremos!

Karyn Huberman 2011.







domingo, 3 de julio de 2011

"COLLAGE XIII. Luis Pastori"


Hace un par de años gracias a la mediación de Alejo Urdaneta, recibimos con Teo un regalo. Era un libro dedicado del gran poeta venezolano Luis Pastori: "Razón de Ser", una antología casi completa de su obra, ampliamente ilustrada.  Se me ocurrió que sería una bella manera de agradecer su gentileza creando este collage.
                                   Autor del collage: Karyn Huberman.  


(Para este en particular se ha utilizado un fragmento de una obra de Manuel Parra)


En la góndola antigua
de la tarde varada,
como isla, te refugias
y vives en ti misma.
Huele a risa tu boca.
Sabe a sombra tu pelo;
tu voz es de lluvia antigua,
de caracol, de perla.
Tu nombre tiene un aire
de procesión lejana,
amor de remota melodía
que llega con el arpa
y la lluvia bajo el brazo
para luego perderse
como el azul lamento
de una flauta..
¿Qué le dio tu voz a mi alma
que la ha vuelto medio loca?
Hacen falta tus brazos
para mover el cielo.
Mujer, mujer. ¿Dónde estás?
Tejiste los abanicos del silencio,
los relojes bajan por las paredes
como suicidas ahogados mientras
las yedras, suben y suben
como por un olvido.
El azul ve naufragar el cielo pobre
y sin dueño; el sueño cierra
su nostálgica ventana dejando en ella
el corazón anclado.

Calle abajo, persiguiendo
la madrugada, un beso
se me desmaya...

jueves, 23 de junio de 2011

"COLLAGE XII. Luis Cernuda"

Autor Collage:  Karyn Huberman


De uno de su más bellos libros: "La realidad y el deseo" (1924-1962), se han extraído estos versos y re acomodados para generar un nuevo poema en tres fases que juegan justamente con el tema del libro; lo real y lo deseado:

                            I

Sagrada y misteriosa cae la noche,
otra noche acunando esta dicha vacía.
El cuerpo se adormece aguardando
su aurora; junto a las aguas quietas
sueño y, pienso que vivo en un cielo
engañoso donde chocan las manos,
como flor encendidas, como el aire ligeras,
y su brisa monótona deshace este remoto
dejo de tristeza.

                         II

Quiero como horizonte tus brazos,
sentir que te viertes sobre mis deseos
en un instante feliz entre tormentos.
Eres tierno deseo, nube insinuante,
y entre sábanas de espuma el amor
desbocado se desata.
Yo, el más enamorado, contemplo
tus olas y quisiera anegarme.
Aquella noche, el mar no tuvo sueño...

                       III

En triste nieve el ardor soberano
se deshace, retornan las nubes
en bandadas; olvidados los sueños,
los aires se los llevan y una angustia
sin fondo aúlla entre las piedras.
Tú nada sabes de ello, tú estás allá,
cruel como el día, en bocas de mentira,
en palabras de hielo.
Hoy, soy un vasto jardín sin aurora
donde habita el olvido; quise gritar,
y no hallé mi voz.
La niebla me envolvía.

jueves, 16 de junio de 2011

"COLLAGE XI. Alfonsina Storni"

Autor collage: Karyn Huberman

El collage que a continuación presento se ha logrado extrayendo versos del libro "Poesía selecta de Alfonsina Storni" Edición de 1995, en donde presentan lo mejor de su obra comprendida entre los años 1916 a 1938.

¡Amor! ¡Amor!
anoche soñé contigo;
era otra vida, otro año.
Tendía mis dos manos
hambrientas de infinito,
pero la niebla había
comido su horizonte.
Mi tristeza es una sinfonía
de algún amor milenario;
un canto blanco con restos
de tragedia cruzando
la vida en las alas
finísimas del viento.
Tengo el alma anestesiada
de quimeras; colmado el cofre
y urna de mis sueños idos,
de mis días sin sol,
de mis soles sin oro.

¡Amor! ¡Amor! ¡Entra traidor!
que me muera en el sueño
de tu engaño, entre el perfume
fresco que una rosa diluye;
deseo entrar pronto a la senda
donde todo se olvida...
¡Ir como las aves que no tienen nido!
Quiero dormir, lejano el odio
y apagado el miedo.
¡Adios para siempre mis dulzuras todas!
Bebí dolor de la copa traidora
y ahora, nada se mueve.
Ni mis sueños. ¡Nada!

miércoles, 8 de junio de 2011

"COLLAGE X. Una sorpresa paraTeo Revilla Bravo"

Autor collage: Karyn Huberman

El collage que les presento hoy se ha creado con versos escogidos de un libro al cual le tengo un cariño especial: "Luces y Sombras", edición 2008.  Es especial porque transcribí sus poemas, maqueté su interior, escogí la imagen de la portada... me faltó escribirlo, pero para eso estaba Teo con todo su talento.  Aquí les dejo quizás un poema que podría ser perfectamente un resumen de esta obra, con sus luces y sus sombras, pero sobre todo con la esencia de la poética de Teo aunque él no lo firme.

Asonancia o rima de un pensamiento
aparentemente anulado por voraz nube
de ahogos, en medio de un silencio
lírico y fascinante.
Hebras e hilos de ilusiones me persiguen
hasta un lugar remoto. En la cenicienta luz
de la tarde permanezco cual triste náufrago.
Silencio al pronunciar tu nombre:
                                                            eres
la inmensa madrugada poblada de nostalgias,
una flor que se abre entre el furor de la nada
en la entraña de la tierra vertebrada.
Hálito cálido de ternuras, epopeyas
del espíritu, pensamientos intuidos,
arpegios clandestinos en el centro resonador
de tus latidos, en los espejos lumínicos de mi alma.

Te sueño hoy, lluvia y letras, poesía.
Te ansío, cuerpo evocado de mujer -poético
trayecto granando y dorando los sentimientos-,
el poema se abre y se escribe en tu mirada,
mujer de colores; huella de días felices
-vorágine de dichas-; milagro de noches claras.
Tu risa es mañanera templanza;
tu cuerpo, lectura de poemas deshojándose.
Salvación de la existencia es encontrarme
reflejado en tus ojos al amanecer.
La luz hilvana recuerdos y presentes
en vasto tejido de auroras; largo río
de promesas cristalinas graban tu nombre
en el azul del viento; eres el silencio dormido
que mana por mis ojos; ciudad luminosa
en el centro de mi vida; milagroso laboratorio
de sueños; mar de alegres pájaros en el cielo.

El tiempo penetra en la levedad del respiro.
No existo en mí si no te escucho y deletreo,
si no te veo aletear en mis sentidos...

Karyn Huberman 2011

lunes, 23 de mayo de 2011

"COLLAGE IX. Antonio Gamoneda.

Autor del collage: Karyn Huberman

Este collage está realizado a petición de Juan Antonio Pellicer y para mi ha sido todo un placer realizarlo y disfrutar de los poemas de Antonio Gamoneda.
Los versos han sido extraídos del libro "Edad" que cubre su poesía desde  1947 hasta 1986.  La edición es de 1987.

Sin remedio, el abismo asoma
en la mirada, en el hueco
de mis manos hay caminos de amargura.
Caballos de insomnio galopan en mi frente
mientras la soledad entera se desnuda
en mis ojos más allá de las ramas invisibles.
Siglos de sombra se elevaron, es como si el dolor
se apretase en la herida; el tiempo sonara
a tensa oscuridad, a mundo lento, a tierra
deshabitada de pájaros en donde también,
crece la lentitud del río.
Oh corazón que ves en toda oscuridad
¿qué hago con las ganas locas de ser agua
en la sed, sed en la fuente?
Recuerdo lo hermoso de ir por las calles
y escuchar mis pasos, sentía entonces crecer
mi corazón, moverse la tierra, descender el río.
La noche era dulce como una leche silenciosa,
pero todo se pierde en el espacio puro
como en las telas de mi corazón, hasta sumergir
mi cuerpo en aguas que no palpitan.
Oigo silbar a la vejez, comprendo la voz
sin esperanza, están en mí con el valor de una llaga
creciendo sobre los pastos invernales
cual sombra y abismo.
Ante mis ojos, la Puerta del Perdón
está cerrada. Soy el que ya comienza
a no existir y que solloza todavía.
¿Qué día es éste que no acaba?

Karyn Huberman 2011

miércoles, 4 de mayo de 2011

COLLAGE DE POESÍA VIII. Acercándonos a Mª. Victoria Atencia.



Por las sienes del alba, la alondra primera 
teje la frágil trama de la desesperanza.
Bajo una piedra escondo mis miedos,
mis sombras y gozos, 
mi memoria y mi olvido.
Recógete alma mía.
Soy el vacío ya.  Ni una voz me sostiene,
la fría sangre del jazmín me atraviesa
para tornar en trizas la corteza del viento
que en su puño me ahoga.
Dejamos el cereal crecido, las palabras
a medias y el agua derramándose;
el reloj ha perdido sus agujas, todo
es melancolía; el árbol de las venas bajo
mi piel se pudre y, en la escalera,
soy lo que su oquedad misma 
no puede revelarme.
Cuando todo se aquieta en el silencio,
mansamente la tarde se va de la ventana
y mi corazón descansa, ajeno a las dolientes
rosas rotas en un rincón del cuarto.

Versos extraídos de "Antología poética" de María Victoria Atencia.  Edición de 1990.

martes, 26 de abril de 2011

COLLAGE DE POESÍA VII. Dedicado a J.L. Borges



En busca de la tarde, mis pasos
claudicaron abrumados
por inmortales distancias.
Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años, mi paso busca y halla
el esperado umbral.
Vuelvo a la casa de mi infancia
con su timbre, su número preciso
y un sabor a perdido paraíso.
Hoy, que su puerta es polvo,
en el íntimo patio de la parra
se derrama un tiempo ya sin aventuras.
Exploro con una lentitud cimarrona
esas viejas dulzuras y también,
los viejos rigores dormidos en la hiedra
como una rosa inalcanzable, que doblegó
mi razón y trazó mi capricho.
Hoy no eres otra cosa que mi voz;
un cansado alarde de palabras
con una suerte de estudiada pena.
Hoy, en la linde de los años cansados,
soy un hombre solo en una tarde hueca.
Mi destino, hecho de zozobra; de amor
y varias vicisitudes, es una serie
de imprecisas imágenes hechas
para el olvido.
En el silencio que habita los espejos,
una racha de milonga llega desde lejos,
la noche se ahonda en el sueño y estoy
solo y conmigo; me aguarda inagotable
el universo y el amor, que espero
y que no pido, en los blancos
dones del olvido.

Queridos amigos, Norma me solicitó que hiciera este collage dedicado a Borges, espero que quede contenta con el resultado.  Yo me he sentido autorizada por el mismo Borges a utilizar sus versos al leer esta dedicatoria con la que comienza su poemario "Fervor a Buenos Aires", parte de la obras completas del autor, volúmen I, editado el 2005 en el cual basé este collage.

A quien leyere...

"Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente.  Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tú el lector de estos ejercicios, y yo su redactor."        J.L. Borges

jueves, 21 de abril de 2011

COLLAGE DE POESÍA VI. Pedro Salinas (1892-1951)



Pedro Salinas perteneció a la generación del 27. 
La aparente sencillez de sus versos hizo que Lorca les llamase prosías.  El libro del cual fueron extraídos estos versos es "Razón de amor", poemas de 1936, etapa considerada de plenitud de su poesía, en que generó una trilogía amorosa dedicada a una estudiante norteamericana que conoció en España.
El poemario "Razón de amor" examina lo que queda del amor cuando éste acaba. La pasión y el dolor de la separación son, por lo tanto, los temas centrales del libro.

Se apartaron los ojos
arrasados de llanto,
llevándose escrito en ellos
el pasado.
Se quedaron los besos,
a medio vivir
de sus destinos.
Ya no te encuentro
en los grandes campos
de esperanzas, ni en los altos
huertos de estrellas maduras.
Ya no canta el mirlo
en su rama; solo se palpan
soledades nuevas, fantasmas
sin asideros, horizontes
sin llegada.
Todo sonido, en eco tuyo
me lo convierte el alma
que te espera.
Intento prolongar el hecho
mágico; busco tu sueño
sin sentir la fatiga
de mi alma doblada.
Como un soplo imperceptible,
unas alas invisibles golpean
las paredes del día...
¿Serás amor, un largo adiós
que no se acaba?

Karyn Huberman 2011.

martes, 12 de abril de 2011

COLLAGE DE POESÍA V. En recuerdo de León Felipe.



Un collage para reivindicar a León Felipe como un poeta mayor superando las dificultades que en vida le depararon su independencia de todas las corrientes literarias de la época y su condición de exiliado.


Hoy abrí la ventana que mira al mar y el viento, desnudo bajo
la noche y frente al misterio, cambio de agonía como de vestidos.
Aquí en esta gran feria de tinieblas, yo no soy la mañana;
quizás esa estrella que corre por el cielo sin albergue como yo por la vida.
¡Hay tantas sombras, tantas telarañas y tantos fantasmas aquí dentro!
Dejadme, ya vendrá un viento fuerte que me lleve a mi sitio.

Me trajisteis aquí para contar las estrellas más me vi acorralado
en la noche del mundo cual polvo de carbón apagado.
Me voy porque ya no hay caminos para mi en el suelo, me voy
sin haber encendido mi lámpara.
Fuiste... el aborto de un sueño... ni una golondrina ya llega a buscar
tus aleros corazón mío... ¡Qué abandonado te encuentro!

Desde esta ventanilla que enmarca el paisaje,
soy gusano que sueña... y sueño...
¡Verme un día volando en el viento!


Versos extraídos de "Antología rota" de León Felipe.  Edición de 1977.

martes, 5 de abril de 2011

COLLAGE DE POESÍA IV. Acercándonos a Walt Whitman


Quisiera comentarles antes de comenzar a leer el resultado de este collage, que cuando le dije a Teo que pensaba hacer uno de Walt Whitman, me dijo que resultaría muy difícil, que no creía que pudiera hacerlo. La verdad es que fácil no fue, el poeta tiene su forma de versar diferente.  Tomé para mi trabajo "Hojas de hierba", edición de 1973.  Ahí sus poemas son prácticamente todos en prosa, no busca en ningún momento la rima, solamente desea traspasar sensaciones, hacernos pensar y reflexionar cual filosofo sobre el mundo, sus maravillas y atrocidades.  Así que dicho esto, les dejo aquí el resultado de mi viaje al interior de "Hojas de hierba", lo acompaño de un collage que he creado basándome en todas las sensaciones que  fue dejando el poeta Walt  Whitman en mi interior.



¿Qué buscas, tan pensativo y silencioso?
Ved en mis poemas, el vaho de mi aliento. Oid allí los ecos ruidosos de mis cantos.
Yo soy aquel que camina con la noche tierna y fecunda, sorprendido de mi ligereza y de mi alegría.  Mi voz persigue aquello a que mis ojos no alcanzan.
Yo soy aquel a quien atormenta el deseo amoroso. Solitario, aspiro el olor de la tierra,
los vapores que exhalan los países inexplorados, el sudor del amor de los jóvenes.

Quisiera ser marinero del universo, dirigirme a todos los puertos, sentir el blanco rocío
del mar que se agita delante del navío que cabecea en la tempestad; llegar a los océanos
infinitos en que se vierten los ríos y, cuando lo azul sin límites se extienda por todos lados,
lanzar fuera de mi estos cantos para ti, para tu eterna marcha.

¿Quién quiere pasear conmigo bajo la aureola de la lluvia; sobre la gris arena susurrante de la playa; bajo la bóveda del firmamento en la tarde fugitiva?

Silenciosa, mi alma vaga como en sueños en el amanecer violado y púrpura de leves brisas, sobre las copas de los árboles un millar de ecos melodiosos nacen a la vida en mi ser para no morir y, arrullado por la música de las hojas susurrantes levantadas por mis pies, te envía mi canción.

martes, 29 de marzo de 2011

COLLAGE DE POESÍA III. Homenaje a Vicente Huidobro.

Autor de la ilustración: Karyn Huberman


Os dedico este collage a todos y cada uno de ustedes como ofrenda de amor y amistad y en especial a mi amor, al hombre que amo y por el que late cada día mi corazón.
Un collage lleno de amor con versos escogidos del poeta chileno Vicente Huidobro (1893-1948), extraídos del libro "El pasajero de su destino".  También he dedicado un tiempo para crear el collage ilustrativo.
Espero que lo disfruten.
Besos, Katyta


¿Qué es poesía te preguntas?
Escucha... ¿has oído? Un ruido se ahoga
en los tapices, el silencio se llena de tus pasos
de antaño para reír en una pradera de recuerdos
donde mis ensueños se alejan como barcos.
¡Mira!, mi reloj perdió todas sus horas,
la luz se cansó de andar luminosa y desatada
como los ríos de la montaña y, en el viento que mece
los horizontes he vislumbrado alas de golondrinas.
¿Has visto? La alcoba se inunda.
Apaga esas luces de quimera y mira
pasar la nave hipnotizada de mi alma.
Déjame sentir tu piel; que en mis dedos
hay secretos de alquimia y mis manos
están enloquecidas de palpar tinieblas.
Soy como la travesía de la noche,
un temblor de tierra que te halló
cual  lagrima en un libro olvidado.
Leva anclas, que el cielo se desnuda y la luna
no halla cómo esconderse detrás de los cerros.
No hay tiempo que perder, el techo
está agujereado de estrellas.
Mira, mira, hay un incendio en la luna
hermoso como un eclipse, maravilloso
como el imán del abismo y nosotros,
cosidos a una misma estrella, esperaremos
en la puerta el regreso de un suspiro.

lunes, 21 de marzo de 2011

"EL TRISTE PENAR DE UNA AMANTE"

"Mujer en beige" de Teo Revilla Bravo

Consuélate alma mía.  Mañana, cuando la bella aurora perfile las montañas, llegará su llamada y tu corazón vibrará cual nido de golondrinas.  La vida te recorrerá como dulce arroyo, sembrando riberas de ilusiones y esperanzas; el viento pintará de bronce el jardín; la buganvilla florecerá transformando en cascada fucsia el balcón, donde siempre espero... aunque no sea primavera.
La noche avanza derritiendo las horas, haciendo que me beba el insomnio hasta su última gota.
El alba golpea la ventana en deshilachados soles, mientras, un pájaro desconociendo mi angustia detiene el silencio con su canto, que en vez de alegrarme recuerda que el día es más largo en tu ausencia.
¡Calla ave del amor!... devuélveme al silencioso sueño del que me despertaste, déjame cargada de flores y de los recuerdos que dispongo; deja que divague creyendo que mi cuerpo se mece en su abrazo difuminado en un vaho de otoño.  Un aroma a brisa marina inunda la alcoba, es su olor que se cuela por entre mis cabellos para transformarse en perfume de olvido y melancolía.
Mi sueño de amor correspondido dormirá en mis manos como cicatrices que no se borran; cual flor perdida entre las páginas de un poemario de Neruda, cansada de vivir en cada pétalo de un "me quiere, no me quiere", trataré de escalar la altiva cumbre de un día más fatigada de ausencias.

Karyn Huberman 2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

Carnaval en Barcelona 2011


Ha pasado Carnaval en Barcelona y las comparsas venían llenas de color, la gran mayoría de ellas de Bolivia y Ecuador, colonias muy grandes en España... lástima que me perdí la chilena que decían que estaba preciosa...será para la próxima.

viernes, 25 de febrero de 2011

COLLAGE DE POESÍA II. Homenaje a Miguel Hernández

Autor de la ilustración: 
Jose Antonio Cuesta
 

Era bella, muy bella la mansa tarde,
llevaba arrullos de brisa sutil,
 viento bronceado de vaivenes
por los que sonaban faros sin descanso,
rumores de almidón y de camisa.
Artificiales esplendores turban
este paisaje sin mantel de casa,
 alumbra la razón en tu vereda
y calla, y no, y espera.

Bajaré contra el peso de mi peso,
bajo los negros signos de la brisa,
mi carne, contra el tronco, se apodera
la alegría del frío dolorosa.
Tiemblo. Peno. Espero.
Una gota de escarcha
como un trozo de puro escalofrío
crepita en mis manos,
un verso se me atropella:

soy una abierta ventana que escucha
hablar como el silencio de una fuente,
si el tiempo y el dolor fueran de plata

cada vez más ausente.
Mas la oscuridad fomento
porque de amor por mi se ha muerto.

Llueve. Los ojos se ahondan,
 te veo entre vinos minerales;
en la soledad del nido
un pájaro poeta trama en la espesura
y en un vuelo solo, bravo y estupendo,
 de liras el alma te corona.
 
Salgo al camino níveo y roto,
cayó una pincelada,

 la noche se cierra de estrellas cuajada;
duermen las viejas con el rosario,
sé que espejo es de la vida; sé que es ave cantadora
y al perderlo de vista en la llanura
 enloquezco lentamente.








Versos extraídos de la obra poética completa de Miguel Hernández. Edición de 1979.

jueves, 17 de febrero de 2011

Entrando en el mundo del naif


Florada no campo - 50x60
Malu Delibo

 
Quería hoy comentar sobre el arte naif, que si bien es un estilo que se puede encontrar en cualquier parte del mundo, está instaurado como algo muy típico y casi tradicional en el pueblo haitiano, croata y brasileño, aunque obviamente podemos también encontrar grandes exponentes de este arte en Argentina (Cándido López), en Estados Unidos (Grandma Moses), en Inglaterra (Alfred Wallis) o Lilian Walton (Chile).
 
Mis inicios en la pintura fueron naif, me gustaba la ingenuidad de sus imágenes, esos mundos de colores y detalles, que en ocasiones parecen muy fáciles de hacer pero tienen mucha más dificultad de lo que parece. Su temática casi siempre está relacionada con la vida campesina, la vida familiar, las costumbres, las tradiciones y la religión, representados siempre con gran imaginación y vivacidad. Es por ello que suele pensarse en estas obras para decorar habitaciones de niños pero en general son muy apropiadas para alegrar cualquier espacio, generan una sensación de dulzura y delicadeza incomparables, si bien también existen temáticas más duras utilizando esta técnica que muchos suelen decir que parecen pintadas por niños, quizás por la inocencia que transmiten o porque las imágenes no siempre llevan los detalles de facciones en los personajes pero sí en prácticamente todo su entorno.
 
Una galería que presentaba una muestra de arte naif inauguraba la muestra con esta frase:
“Aunque parezca mentira que el mundo de hoy pueda parecerle edulcorado a alguien, afortunadamente, los artistas no han perdido el candor”.
 
Si vemos esta obra en particular que he escogido refleja una escena campestre, un campo de flores de diversos colores que va siendo recogida por mujeres y hombres en sus cestas, no se ven rostros en ninguna de ellas pero si hay un delicado detalle en cada una de las flores.
 
A mi en particular me maravilla este mundo singular en donde podemos jugar con los colores aislándonos de la realidad, dejando fluir la imaginación, así es como podemos encontrar paisajes que quizás solamente encontremos en nuestros particulares sueños: cielos amarillos, tierras azules, mariposas gigantes o lunas sembradas de flores...
 
El mundo naif tiene esa singularidad, que manos adultas nos regalen imágenes, que prácticamente solo un niño con su inocencia e ingenuidad puede ver en el más maravilloso de sus sueños.

Karyn Huberman (Katyta) 2011

martes, 15 de febrero de 2011

COLLAGE DE POESÍA I. Conjunción de poetas.


Hoy les dejo aquí un poema de poemas, versos sueltos de grandes poetas que he entretejido dando forma a este collage poético. Que me perdonen los poetas por descuartizar sus versos para hacer el mío.

Era su corazón un vaso lleno,
como la primavera en la hoja nueva,
como el silencio de la nieve fina
en el agua dorada del remanso.

En el cristal de un sueño he vislumbrado
las trémulas tierras que exhalan el verano,
paisaje borroso que se queja
ante el pálido lienzo de la tarde,
donde el amor te dejó estampada.

El aire parece que duerme encantado
cuando contemplo el cielo
de innumerables luces adornado,
transparente, vacío, ciego, alado.

El día se va despacio,
como cayendo sobre miles de hojas,
pero yo, que en el alma tu figura tengo,
me detengo un momento,
quizás el cenit de un nuevo día
en la luz que se muere,
amenguará mi sombra solitaria.

Quiero morir cuando decline el día
como llama que consume y no da pena,
donde parezca sueño la agonía.


Colaboradores: Pablo Neruda, José Mª Gabriel y Galán, Diego Hurtado de Mendoza, Fco. García Lorca, Manuel Gutierrez Najera, Leopoldo Panero, Jorge Luis Borges, Walt Whitman, Fray Luis de Leon, Antonio Machado, San Juan de la Cruz.

lunes, 14 de febrero de 2011

"LA CASA" Relato.

Ventana a Montserrat.
Escrito en Marzo 28, 2010 

Era una tarde hermosa y decidió salir a pasear. Caminaba sin rumbo fijo, se dejaba llevar por sus pasos, por el salto de los grillos entre la hierba o por la dulce melodía de la brisa al peregrinar por sus cabellos. Rodeando un arroyuelo, aprovechó para humedecer su cara y beber un poco de agua. Hacía calor. Con la mirada buscó alguna sombra y encontró a unos cincuenta metros un gran árbol; llegó hasta él y se acomodó bajo su frondosidad. Al poco rato se había dormido. Pasado un tiempo, un suave soplo de aire hizo caer una hoja sobre una de sus manos y la despertó. Se había hecho tarde, el sol se comenzaba a esconder. Por intentar llegar más rápido a su pueblo tomó un atajo, sin enterarse de cómo perdió el rumbo. Comenzó a sentirse angustiada hasta que encontró una casa vieja que por su estado de conservación debía estar deshabitada. En lo que antiguamente fue un pequeño jardín había dos estatuas de piedra: un hombre y una mujer envueltos por el musgo. Se acercó a la puerta de entrada y golpeó, pero solo el silencio le contestó. Trató de observar a través de las ventanas, pero estaban tan sucias, que era imposible ver nada del interior. Cogió del jardín una piedra y dando un golpe seco a uno de los cristales lo rompió. Introdujo su mano por el hueco, y así pudo abrir una de las ventanas y colarse dentro. La visión interna no distaba mucho de la externa: todo indicaba que hacía años que nadie estaba ahí. El piso acumulaba mucho polvo; estaba llena de telarañas; había algunos muebles tapados con sábanas, que en alguna época debieron ser blancas, pero que ahora se presentaban ocres y raídas por el tiempo. Sintió la extraña sensación de haber estado ahí alguna vez, mas no lo recordaba… Quizás hubiera paseado por esos parajes junto con sus padres de pequeña –pensó. Todo en su interior olía a azumagado, humedad concentrada: años de encierro, se le infiltraban por las fosas nasales. Unas gruesas cortinas de color oscuro, quizás granate, cubrían unos amplios ventanales. Las descorrió para dejar pasar aunque fuera la luz de la luna, mientras intentaba encontrar alguna vela o lámpara de aceite que pudiera encender. En lo que debió ser la cocina de la casa, sobre una mesa, encontró una palmatoria con una vela gruesa y a su costado una cajita de cerillas. La prendió y con su débil luz subió por una escalera dispuesta a curiosear.
Entró en una habitación. Abrió las cortinas, sacó algunas de las sábanas que todo cubrían y se dio cuenta que estaba en medio de la biblioteca o estudio: había muchos libros; un sofá al costado de la ventana había servido seguramente para que alguien relajado leyera, a su lado una mesilla con una lamparita de aceite. No creía que funcionara pero hizo el intento de encenderla y lo logró, cuánto duraría así no lo sabía por lo que mientras apagó la vela. Gracias a la luz pudo observar que había un bello “secretaire” con su tapa tableada que subía y bajaba: en su interior frascos de tinta, plumas antiguas y papeles ya amarronados. Sin lugar a dudas era un espacio para disfrutar y relajarse.
Necesitaba averiguar más, la curiosidad la dominaba. Salió de ahí, caminó por el pasillo hacia otra habitación; abrió la puerta y se dirigió hacia las ventanas para descorrer las cortinas; retiró una de las sábanas que cubría una cama de plaza y media bastante alta, tenía un cabecero de madera bellamente labrada, a sus costados mesillas de noche con sus lamparitas. Cercano a la puerta retiró otra tela que cubría un tocador con tres espejos, uno central y dos laterales móviles; ahí seguramente la dueña de casa se acicalaba. Sobre su cubierta se encontraban un par de cepillos con mango de marfil tallado y un bello pañuelo con un ramo de violetas bordado. Se sentó un momento en el taburete que se escondía bajo el tocador, se miró coqueta en el espejo y se percató que había otro mueble al costado de la ventana, lo más probable es que fuera otro sillón. Se levantó y lo descubrió. Un grito desgarrador salió de su interior y la dejó pegada al muro. Sobre el sofá yacía un esqueleto con restos de ropajes que indicaban que era una mujer. Respiró profundamente, intentó serenarse y movida por su gran curiosidad se aproximó. Sobre las piernas del cadáver y cogido por sus descarnados dedos había un grueso libro. Miraba aterrada el cuerpo yacente y le producía una gran sensación de intriga aquel volumen que permanecía aferrado a su cuerpo con tanto celo.
Resopló varias veces antes de atreverse a cogerlo de entre sus manos. Tuvo
que jalar fuerte para lograr que los huesos dejaran de presionar su suave cubierta de piel y lo liberaran. Un poco incómoda con la presencia de la muerta, fue velozmente a la biblioteca. Se sentó al costado de la ventana, colocó la lamparita sobre la mesilla y con el cuidado con el que se toca algo único abrió el libro. En ese momento se dio cuenta de que en realidad era una especie de diario escrito a mano que, con letra un tanto temblorosa, contaba la extraña historia de María…
Comenzó a leer con avidez, pasaba páginas rápidamente. La vida de María era la de una chica normal. Durante un lapso no había escrito nada y luego comenzó a dar una serie de detalles atrayentes. Justamente esa parte, la última, fue la que le interesó sobre manera a la ansiosa lectora que repasó varias veces porque no se lo creía:
Hace años que llegué a esta casa. Francisco la compró muy barata, quizás porque estaba muy lejos de todo.
Poco a poco la fuimos arreglando, él hizo algunos muebles y estanterías, compramos unos sofás, se fue haciendo cada día más cómoda, más agradable. Quería mucho a mi casa, ella me ocupaba y hacía mis días felices. Pasado algún tiempo llegó una joven que había perdido a su familia y pedía resguardo a cambio de trabajo. La verdad es que me dio pena y la acepté como a la hija que la vida jamás me quiso dar.
Compartíamos tareas y cuando podíamos descansar, leíamos, bordábamos
o salíamos juntas a cortar flores al campo para alegrar algunos rincones de la casa. Todo iba bastante bien hasta que un día de verano, habiendo terminado mis quehaceres, salí a buscar moras por la orilla de un camino interior. Isabel se había empeñado en hacer mermelada y mientras yo recolectaba, ella preparaba los potes. Esa zona estaba repleta de moras y me lancé con mi canasta a recoger cuantas pudiera.
No había pasado una hora y la cesta estaba atiborrada hasta el tope. Contenta tome el camino de regreso a casa pero cuando llegué me encontré la triste escena: ahí estaban, Isabel y Francisco, haciendo el amor. El canasto cayó al suelo desparramando todas los frutos que tiñeron el piso de rojo como mi visión. Todo el amor que sentía por ellos en ese momento se transformó en odio y gritando como una loca los maldije, los eché de casa e insistí en que nunca volvieran, no deseaba escuchar sus voces ni su respiración cerca de mí.
Cerré la puerta a calicanto y caí al suelo sobre las bayas, desfallecida por el sufrimiento. Lloré a mares, grité hasta quedar afónica; mi piel y mi ropa se fueron impregnando del color de los frutos, parecía un animal herido y lo estaba, me encontraba rota por el dolor. No sé cuánto tiempo pasó, perdí la noción, creo que me dormí agotada de tanto llorar y cuando desperté era de noche; estaba tendida sobre el sofá de la sala con una manta encima. Pensé que, mientras estaba vencida e inconsciente, Francisco había vuelto y me había recogido y tapado ahí. Subí a la habitación pero no lo encontré. Me desvestí y me di un baño para intentar limpiar mi cuerpo y mi mente de toda mi tragedia y, sin pensar en nada más, me acosté y me dormí. En ese momento no me di cuenta pero ese día comenzó todo…
 A la mañana siguiente me levanté, el cuerpo me dolía pero más el corazón. Cuando bajé la escalera, me sorprendió no encontrar por el piso las moras; la casa estaba limpia: el suelo relucía, las cortinas abiertas dejaban pasar la claridad del día, los jarrones estaban rebosantes de flores silvestres. ¿Francisco me pedía perdón de esta manera? ¿Dónde estaba? Tomé desayuno y subí para orear la habitación, pero cuando llegué, la ventana estaba abierta y la cama estirada. Comencé a sentirme enojada, ¿por qué no daba la cara de una vez?, baje las gradas llamándole, pidiéndole que se apareciera para aclarar la situación pero…ni el eco respondió. Molesta ya de buscarlo por toda la casa, abrí la puerta principal y me vi pasmada al ver en mi jardín dos grandes estatuas de piedra. ¿De dónde habían salido? ¿Por qué Francisco no me había dicho nada al respecto? Me acerqué a observarlas y mi respiración comenzó a agitarse, casi pierdo el conocimiento de la impresión. Las figuras eran retratos fieles de mi marido y su amante… ¿Querían volverme loca? ¿Qué pretendían? No lograba entender nada pero no soportaba tenerlos ahí recordándome el engaño que había sufrido. Intenté tirarlas al suelo, más por su peso fue imposible; traté de romperles la cara sin ningún resultado. Agotada me volví a casa sollozando de impotencia sin saber qué hacer, sin tener quién me respondiera a mis interrogantes. Me recosté en el sillón, seguí ahí llorando un largo rato hasta que sentí frío. Fue nada más pensarlo y la chimenea se encendió. Me quedé helada de espanto, Francisco no había sido, no estaba ahí… ¿un fantasma?, nunca había creído en esas cosas pero algo anormal estaba sucediendo. Pensé que no soportaría estar ahí sola y subí a la habitación para hacer una maleta a la rápida e irme a casa de algún familiar. Al llegar con la valija a la entrada principal miré a mi alrededor y con la voz quebrada le dije a la casa: “te echaré de menos”… Abrí el picaporte pero la
puerta no se abría, insistí varias veces y no pude salir. Me giré hacia el interior y vi aterrada como se cerraban las cortinas dejando toda la casa en penumbra. Comprendí entonces que el fantasma o espíritu de la casa no me dejaría marchar, que me quería de una forma obsesiva y no me permitiría salir de ahí.
Me quedé pero no me hizo bien el encierro. No me movía de mi habitación; cada mañana había leche en un vaso y una fruta, cada noche un vaso de agua y ni eso tomaba, me deprimí y solamente leía en ocasiones o escribía en mi cuaderno como hoy.


No sé cuánto tiempo ha pasado pero estoy segura de que mis días están contados, estoy débil, muy delgada y sin fuerzas casi para dejar estas líneas. He sido víctima del amor en todos los sentidos y solamente la muerte me dará la paz que preciso. Ya no puedo más, hace días que ya no me levanto del sillón. La casa o el espíritu que en ella habita siempre me protege, coloca una mantita sobre mis piernas por la noche y me deja cosas en la mesilla pero ya no como ni bebo nada, me estoy secando, me estoy muriendo…


“Sedibus ut saltem placidis in morte quiescam” (Virgilio)*



Las lágrimas caían por las mejillas de la mujer que después de leer la historia de María, cerró el libro y fue a su habitación para observarla. ¿Cuántos años habrán pasado desde entonces? ¿Cuánto tiempo pasó esta pobre mujer en la cárcel del amor? Si existió un espíritu ahí aún debería estar y frente a la muerta habló en voz alta: Escúchame, sé que la has querido muchísimo pero creo que ella merece descansar en paz. Iré afuera y cavaré una fosa para enterrarla”.

Bajó la escalera, abrió la puerta y buscó bajo un cobertizo una pala. Cavó un buen rato hasta conseguir el tamaño de la tumba adecuado y volvió a la casa por el cuerpo. Estiró una manta en el piso y con cuidado puso el esqueleto dentro de ella, lo cerró bien, lo cargó encima y bajó nuevamente para llevarla hasta su sepulcro. Cubrió el cuerpo con tierra y encima varias piedras para evitar que algún animal pudiera sacarla de ahí. Recogió el libro que había dejado en la entrada de la casa y se aprestó a marcharse cuando de pronto se levantó un fuerte viento y asombrada pudo ver como las estatuas de piedra se iban disolviendo y el polvillo resultante se esparcía por doquier. Salió corriendo de ahí e impactada pudo observar como la casa se desplomaba, ya sin María no tenía motivo su existencia. Una vez hubo pasado todo con el libro bajo el brazo se fue camino a su hogar. Años más tarde volvió y se sorprendió al ver que sobre la tumba de María había crecido un bello rosal que estaba pletórico de flores blancas y, los restos de lo que había sido la casa estaba
absolutamente cubierto por zarzamoras que ofrecían generosas sus frutos. Hoy puede decir que tanto María como el espíritu que habitaba la casa “conviven” la muerte en paz.

*“Que en la muerte, pueda descansar en lugar placentero”

Karyn Huberman (Katyta) 2010.