¿Cómo describir un nudo en la garganta?
¿Cómo explicarles los nervios en el estómago, las lágrimas que no piden permiso para salir?
Esa es la sensación, la emoción que brota en el momento que a través de la ventanilla del avión que nos lleva desde Buenos Aires a Santiago de Chile, después de once larguísimos años de ausencia, volvía a ver mi querida y maravillosa cordillera de Los Andes.
Más aún, sabiendo que después de pasar el gran macizo montañoso vendría el descenso que nos llevaría a aterrizar en el gran Santiago. Poco rato pasó para ver Santiago totalmente cubierto por la neblina. Dos o tres vueltas más sobrevolando el denso manto, que desde el aire parecía un gran lago, para terminar con mis nervios... luego, vino el permiso para aterrizar y ciegos, atravesamos la niebla hasta topar con la pista. Se sintieron aplausos para el piloto a los que nos sumamos.
Allí en Santiago, nos esperaba mi cuñado y mi sobrina, ambos cómplices para darle una sorpresa a mi hermana que me esperaba al día siguiente. Abrazos, besos, emociones a flor de piel, son el inicio de este viaje que trataré de mostrarles poco a poco.
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