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El tiempo se alarga en mis sienes en esta primavera, que es largo invierno. Bajo la lánguida sombra del hastío pretendo encontrarte en el cesto de las palabras perdidas; en los errantes y abatidos suspiros que se desvanecen; en el loco matutino vuelo de los vencejos que por arte de magia, se disipan como los sueños de antaño.
Retiraste tu mano de la mía y mis palabras, mis sentimientos, mustios como si fueran flores recién cortadas -faltas del amor de su vida-, se marchitaron. Me hice entonces tarde oscura, pozo de sombras recuerdos y olvidos, donde el corazón se seca segundo a segundo, vacío de vida.
Callan los pájaros, el viento... los murmullos del mundo desaparecen; un último rayo de sol anida en la pared desnuda de la habitación, pero no llega a entibiar mi espíritu.
Un grito callado se ahoga en mi alma.
No queda nada, no soy nada... nada.
©Karyn Huberman R. 2013.