Estás lejos, ya lo sé, lo sabe también mi corazón que nota sacudidas de tierra recordándote. En ocasiones siento el eco de tus pasos ya cansados y creo escuchar tu alegre risa por los recovecos de la casa, tus cabellos ya blancos parecen hablar de nostalgias y olvidos mientras de mí interior se escapa un sufriente suspiro.
Quisiera poder oír el arrullo de tu canto; el susurro de tu voz suave; enhebrar un hilo a tu talle, sentirme cosida a ti para volar juntos cual cometa por el cielo iluminados ambos por la misma estrella.
No te preocupes, me digo, la primavera eternamente retorna y guardo la ilusión de llegar a tiempo para un abrazo, un beso o al menos… para un adiós.
Desearía vagar en sueños, escaparme de los espejos, ser simple aire para coquetear con la luz y abrazada a ella llegar a tu aurora como un soplo imperceptible en la orilla de un beso marchito. Pero vuelvo a la realidad, solo se palpan soledades nuevas, el silencio habita los desmayados espejos, ya no irradian auras de nadie.
Vacía ya de palabras… todo es melancolía.
© Karyn Huberman 2012.