La poesía me va despejando el camino para construir con ella un futuro más grande, en él y en mis sueños sé que nada es imposible. Tienes una estrella guardada en un bolsillo y aunque el frío intente quebrar la puerta de mi casa robándote los pasos de antaño, sé que volveré a verte aletear cual golondrina mañanera. No temas si en un momento de fatiga derramo alguna lagrima por tu tierno corazón, quizá haya luz en ellas, quizá sean necesarias para que no se muera el mar de emociones que surcan en mi por verte nuevamente sonreír. Hijo mío, cuélgate de mis alas; viaja conmigo por regiones etéreas; déjame llenarte de palabras puras; reinventemos la vida; proyectemos nuestros sueños; abrámonos paso a través de esta callada tempestad que a ratos nos devora. No dejes que te roben las ilusiones; que no curven tu vida como si fuera un gran signo de interrogación…
Quiero para ti un reloj hecho de primaveras, en un bosque encantado donde puedas oír cantar al viento. Sé que no podré hacerte olvidar estas duras ráfagas otoñales que han removido nuestras vidas, pero quizá pueda susurrarte al oído una nana para acallar tus temores y transformar esta brutal tormenta en un secreto esplendor, en la luz de un bello amanecer.
© Karyn Huberman. 2011