lunes, 27 de abril de 2015

MI PRIMER CAFÉ EXPRÉS.






- Quiero que vuelvas  atrás en tu mente y me cuentes cuándo y qué sentiste con tu primer café –propuso Leonardo.

     Pensé que sería una respuesta fácil, sin embargo por más que exploraba en mi cerebro, no encontraba la respuesta. Tampoco venía a mi pensamiento el momento preciso ni las sensaciones esperadas.

     Pasé varios días tratando de echar marcha atrás, repasando poco a poco las páginas de mi vida en reversa. Demoré algunas jornadas y varios insomnios, en hallar el momento justo en que mis labios probaron ese mítico café. En ese instante comprendí el por qué lo tenía tan escondido en mi mente.

     Eran los años 70. Junto con mis hermanos y mi padre realizamos un paseo en coche y llegamos al aeropuerto. Nos instalamos en la cafetería. Me encantaba ese lugar, era totalmente vidriada y veías desde ahí, despegar y aterrizar los aviones.

     Recuerdo que comimos algo rápido, un bocadillo, hot-dogs o algo parecido. Luego vino la pregunta del camarero:

- ¿Un café?

Mi padre nos miró y vio que los mayores levantábamos la mano apuntándonos a la invitación.

- Sí, traiga cuatro, por favor.

- ¿Exprés, cortado, con leche? – consultó el camarero.

- Para mí un cortado –dijo mi hermano mayor.

- Yo prefiero un café con leche –dijo Alejandro.

- A la pequeña le trae un zumo de naranja y para mí, un exprés -solicitó mi padre.

- ¿Cómo lo quieres? –me preguntó papá apurando ante mi indecisión.

- ¿Qué significa exprés? –le consulté con timidez.

- ¡Exprés es exprés! –dijo enfadado quizás por mi ignorancia.

- Bueno, tráigame uno de esos -dije cabreada por el tono de mi padre.

    Desde ese momento, en mí se hizo el silencio. Era mi forma de enojarme y quizás de castigar a la otra persona. Era mi necesidad para explotar por dentro e ir esperando la calma poco a poco.

    En un momento estaban los cafés en la mesa. Eché sobre el mío la azúcar acostumbrada, lo revolví con toda parsimonia y probé mi primer sorbo de café exprés.

    Me supo a diantres, a mil demonios. Me dejó la amargura instalada en el cuerpo.

     Yo aún no lo sabía pero la visita al aeropuerto era para despedirlo y ese café sería lo último que compartiría con mi padre durante cinco años. Yo, aún enfadada, no quise darle un beso ni un abrazo.  Cuando me enteré de la verdad no podía parar de llorar. Parecía mentira que toda esa amargura y tristeza, se la debía a un maldito y desagradable café exprés.

© Karyn Huberman 2015.

viernes, 10 de abril de 2015

ME CONTÓ UN PAJARITO Nº 7




Me contó un pajarito que cualquier sitio es bueno para meditar,  para conversar con uno mismo. Porque en definitiva, el meditar es un viaje espiritual a través de nuestro cuerpo físico y, no necesita de grandes espacios para realizarlo.  Se agradece  como acompañamiento, una música que no distraiga de los pensamientos, más bien que sea conductora de ellos.


Si uno limpia su cuerpo y alma, los caminos a recorrer se limpian también y, los sueños se realizan... o así al menos lo explican y creen los que lo hacen.

“Medita a diario
con toda el alma, ofreciéndote.
Ninguno de tus sueños
quedará sin cumplir.”
- Sri Chinmoy

Y si crees que tu vida es demasiado loca, que no tienes tiempo para esto, te diré que solamente con unos minutos cada día, bastaría. El mejor momento es por la mañana temprano, antes de entrar en las actividades diarias. Así la paz que obtienes de la meditación matinal impregnará el resto de tu día.
Si sientes que no puedes prescindir de diez minutos al comienzo de la mañana para practicar, levántate entonces diez minutos antes y medita. El incremento de energía y bienestar que derivas de la meditación, compensará con creces esos minutos de sueño “perdidos”.

Si abandonando pequeños placeres va a encontrarse la gran felicidad,
el sabio debería abandonar los pequeños placeres
ante la perspectiva de la gran felicidad.

- Buda

Espero que les agrade, besitos. Karyn